miércoles, 31 de diciembre de 2008

'LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE FRANK' por Alan Moore

(1ª parte de un artículo publicado en el Magazine británico ‘The Daredevils’ #1-2, 1983. No se ha reeditado desde entonces; se puede descargar en inglés aquí)

¡Escuchad niños, no intentéis hablarme de comics! He estado leyendo esas malditas cosas desde hace 22 años y estoy amargado, cansado y cínico en proporciones terminales. Estaba allí en 1961 cuando Marvel Comics empezó su gran experimento para dar a los superhéroes de dos dimensiones unas personalidades creíbles y ansiedades humanas auténticas. Estaba allí unos pocos años después cuando la noble empresa se había hundido en la misma rutina aburrida y parecía que para convertirse en un superhumano había que tener una pierna mala, un corazón débil o una tía soltera con varices crónicas.

Estaba allí cuando Jim Steranko empezó a llenar las páginas de ‘Agente de SHIELD’ con mareantes diseños donde el tiempo podía ralentizarse extremadamente al romper la acción en montones de pequeños paneles, o donde la trayectoria del salto de un personaje se podía romper en una secuencia de imágenes cinéticas flotantes. Estaba allí cuando Neal Adams tomó el control de la parte gráfica de ‘Deadman’ en Strange Adventures de DC, convirtiendo en el proceso la historieta en una desagradable y brutal fantasía clásica donde cada viñeta exudaba una palpable ferocidad. Me regocijaba con el ‘Manhunter’ de Goodwin y Simonson, el ingeniosamente paranoico ‘Warlock’ de Jim Starlin, la suntuosa interpretación Art Nouveau del ‘Conan’ de Barry Smith.

También estaba allí cuando todas estas historietas sucumbieron bajo la guadaña de la caída de las ventas y sus creadores se marcharon, con pocas notables excepciones, para dedicar sus energías a producir extravagantes y autocomplacientes portafolios que sólo se podían permitir los Rothschild y Lord Kagans de este mundo. Todo lo cual demuestra aquella vieja, inexorable máxima que dice cruelmente: “El buen material no dura porque el buen material no vende”. Así que no me habléis de comics. Es demasiado doloroso.

Ahora, como soy viejo, excéntrico y poco razonable, no debería ser extraño que recibiese la llegada de Frank Miller con pesimismo poco amistoso y falta de entusiasmo por su futuro dentro del mundo del comic. Recuerdo una noche en casa de Steve Moore en la que pasábamos las páginas de una pila de Daredevils recientes y nos fuimos emocionando de manera inusual por el controlado drama de la narración, el buen gusto y validez de la caracterización de personajes. De repente, en medio de esta patética euforia adolescente me quedé congelado.
“No sé porqué nos estamos emocionando con ésto. Dentro de un par de años, este Miller tendrá un ego del tamaño de Wembley y pasará a dibujar extravagancias para adornar la mesa, llenas de bárbaros temperamentales con mujeres desnudas unidas quirúrgicamente a sus piernas”.

Un par de años después me presentaron a Frank Miller en la Comicano convention del 82 y lamento decir que es uno de los tipos más simpáticos que puedes encontrar, que su ego está restringido a proporciones totalmente manejables y que según todas las indicaciones piensa quedarse en el mundo del comic hasta que su vista sea como la del personaje con que se le asocia más frecuentemente. Vivir para aprender, chicos. Vivir para aprender.

Ahora bien, me doy cuenta en este momento de mi narración de que puede haber algunos de vosotros cuyo primer contacto con las extraordinarias habilidades de Mr. Miller es el número de The Daredevils que sujetáis en vuestras desagradables garras. Puede haber algunos entre vosotros que os preguntéis, muy justificadamente, porqué tanto alboroto. Bien, acercáos y haremos que la imagen se ponga borrosa por los bordes mientras os llevo a los oscuros y lejanos días de 1979, y a mi primer encuentro con Frank Miller y la sórdida elegancia que trajo a Daredevil.

En 1979, casi 20 años después de comprar un número de Flash a la edad de 7 años, mi fanatismo comprador había devenido en la más pura intermitencia. Cada mes, DC y Marvel parecían contentos de regurgitar los mismos argumentos rancios y caracterizaciones insípidas que habían sido su impronta durante los últimos 10 años. Spiderman cortaba con su novia debido a un malentendido. El Rino se escapaba de la penitenciaría de la Isla de Ryker y lo destrozaba todo simplemente porque era jueves noche y no había nada más que hacer.
Por mi parte, tendía a dar la espalda a la situación y me contentaba con 2000 AD o el comic underground, donde al menos parecía que la gente intentaba salirse del molde y hacer algo diferente, algo que contribuyese a alcanzar el enorme potencial de los comics.

Porqué diablos me molesté en comprar el Daredevil #158 es algo que continúa confundiéndome hasta el día de hoy.
La portada no era nada especial. La historia, de Roger Mckenzie, no parecía un inmenso paso adelante de la industria del comic, aunque para ser justos, tenía sus momentos de tensión y drama. Incluso el dibujo parecía bastante corriente…excepto por esos pequeños toques aquí y allá. Había una escena en que los Ani-Hombres llevaban a un indefenso Matt Murdock por encima de los tejados de New York, en que de alguna manera, la escalofriante e innatural iluminación de Wally Wood se combinaba con la presencia física del Neal Adams primerizo.


Había una espectral secuencia final en un cementerio con Rondador de la Muerte saltando a través de una tumba… definitivamente había algo ahí. El hombre sabía sin duda como contar una historia, aunque fuese por medios muy convencionales. Me hice una vaga nota mental para comprar el siguiente número…


Los siguientes números iban y venían, y con cada uno había un crecimiento notable de la autoconfianza del dibujante. Los diseños de página parecían hacerse ligeramente más audaces también… en el episodio del Dr. Octopus, en el #165, había a veces 11 o 12 viñetas por página, organizadas para proporcionar el máximo impacto dramático en cada escena. En un panel, los gangsters jugaban al billar, sus tacos hacían que las bolas se deslizasen por el tapete verde. En el siguiente, un guante rojo solitario salía de la oscuridad, un dedo extendido para detener la bola en mitad de su trayectoria. Desgraciadamente, el escritor parecía haber aprovechado la oportunidad de los paneles extra para meter con calzador todo el diálogo posible, incluso durante esas secuencias donde no era realmente necesario. Pero qué diablos… lo estaba consiguiendo.


Además, para el ojo perceptivo, había un montón de interesantes influencias artísticas intentando escapar de las páginas de este nuevo, revitalizado Daredevil. Una secuencia en DD #164, donde se volvía a contar su origen, en la que Daredevil persigue a un aterrorizado criminal a través del metro, recordaba poderosamente a una escena de una historia titulada ‘Master Race’ dibujada para la vieja E.C. comics por el pionero de la historieta Bernie Krigstein.

DD #164 'Master Race'

En el fondo de ciertos paneles que mostraban a Daredevil corriendo sobre los tejados de una dura y sórdida New York, se veían parcialmente carteles publicitarios mostrando las palabras “The Spirit“…una referencia a la costumbre de Will Eisner de incorporar el logo de sus tiras de Spirit a algún elemento del diseño de sus splash-pages. El logo aparecía en un poster roto pegado burdamente a una pared de ladrillos…o incluso en un cartel publicitario.

Se hizo obvio, por medio de esos chistes adyacentes y también por el propio método que Miller usaba para contar una historia en imágenes que aquí había alguien que había aprendido a los pies de impecables maestros. Había un toque de Eisner, un toque de Krigstein, una pizca de Steranko…pero más y más, conforme progresaba la serie, había una generosa ración de puro Frank Miller.
En el número 164, por ejemplo, encontramos un breve pero poderoso fragmento de narrativa cuando el reportero Ben Urich revela la identidad secreta de Daredevil por medio de una fotografía que sostiene y pide al héroe que describa. En seis pequeños, estrechos paneles vemos a Daredevil girarse primero hacia un lado y luego hacia el otro como si intentase escapar para no tener que admitir que no puede ver la fotografía, la cual permanece totalmente quieta en primer plano durante toda la secuencia de seis paneles.
Al final, Daredevil no tiene más remedio que darse la vuelta y afrontarla, admitiendo su ceguera. A través del modo en que Miller dispone las imágenes nos hace sentir la angustia de la decisión de Daredevil de una manera que hace que los bocadillos de diálogo sean casi redundantes.


De nuevo en el #164, podemos ver como Miller usa el simbolismo para efectos dramáticos. Hay una viñeta durante la secuencia del flashback que ocupa casi todo el comic en la que el padre de Matt Murdock es obligado por un criminal llamado el Arreglador a hacer un trato sombrío que finalmente le llevará a la muerte. Mientras el Arreglador sujeta el contrato fatal para que Murdock sr. lo firme, vemos la cansada y derrotada cara del fracasado boxeador enmarcada y dominada por el untuoso, persuasivo discurso del Arreglador. Por supuesto, en el mundo del cine esta clase de cosas están muy vistas, (hay una escena en ‘Senderos de Gloria’ de Stanley Kubrick, en la que el héroe y su pérfido oficial en jefe caminan relajadamente por una gran oficina. El retorcido, intrincado diseño de las baldosas del suelo que sus pies parecen seguir es análogo al laberinto de justificaciones y racionalizaciones en que el oficial de menor grado está quedando atrapado) pero en el mundo de los comics hay muy pocos que usen esta clase de trucos sin parecer torpes o artificiosos. Este Frank Miller se estaba convirtiendo claramente en alguien a observar.

Con el número 168 el porqué se hizo aparente. Fue en este número en el que Miller empezó a encargarse de los guiones de Daredevil, convirtiéndolo durante algún tiempo en el único titulo de Marvel que tuvo a un sólo individuo en la parte creativa, en vez de la habitual colaboración artista/escritor.
Ahora, como cualquiera os dirá, esos felices ejemplos en los que escritor y artista se combinan en la misma persona han dado algunas de las más ejemplares obras que el medio ha producido…las historias de guerra de Harvey Kurtzman para E.C., el 'Spirit' de Eisner, el horrible y emotivo 'Maus' de Art Spiegelman, todos se beneficiaron de no ser el producto de un escritor que quiere meter toda la escritura posible haciendo equipo con un artista que intenta igualmente rellenar cada centímetro de página con exquisitos detalles. En manos de un escritor/artista el medio alcanza una especie de gracia y equilibrio raramente alcanzado por otros medios.
También es una especie de test de calidad.
Después de todo, un escritor y un artista trabajando en equipo siempre tienen a alguien a quien culpar si el comic no funciona. A partir del #168, Miller sólo podría culparse a sí mismo si la serie caía en picado…

Ir a la 2ª parte.
.

lunes, 29 de diciembre de 2008

No me dejes nunca (ii)






domingo, 28 de diciembre de 2008

Mister Miracle



Scott, el hijo del Alto Padre, gobernante de Nueva Genesis, fue enviado de niño al planeta-infierno de Apokolips, como parte de un tratado de paz entre su padre y Darkseid, gobernante de Apokolips. Criado como uno de los soldados de Darkseid, Scott nunca perdió su bondad ni dejó de pensar en la libertad. Una de las guerreras de élite de Darkseid, Big Barda de las Furias Femeninas, vió algo en él y le ayudó a escapar, siguiéndolo más tarde hasta la Tierra y casándose con él. En la Tierra, Scott se hizo amigo de un artista del escape, Thaddeus Brown, aprendiendo el oficio de él y mejorando sus trucos de manera impensable.

Scott se convirtió en un superhéroe, combatiendo los planes de Darkseid en la Tierra, Nueva Génesis y Apokolips, dando esperanza a las clases inferiores del planeta-infierno y formando parte de la Liga de la Justicia.

Mister Miracle es un superhéroe de DC Comics. Apareció por vez primera en Mister Miracle #1 (Abril 1971) y fue creado por Jack Kirby. La serie original del personaje fue la que más duró de las 4 que componían el Cuarto Mundo. Jack Kirby la escribió y dibujó durante 18 números, pero con la cancelación de los otros títulos del Cuarto Mundo, los elementos que la unían a éste desaparecieron, convirtiéndose en una serie superheróica más convencional. La serie revivió brevemente a finales de los 70, con guiones de Steve Englehart y Steve Gerber, terminando en el #25. Scott Free se convertiría en miembro de la JLA de Keith Giffen y J.M. DeMatteis (1987). Un número especial a cargo de Mark Evanier y Steve Rude se publicó en 1988. Una serie de 28 números guionizada por Doug Moench se pudo leer a finales de los 80, en la que Scott, Barda y Oberon intentaban vivir una vida normal en los suburbios. En 1996, una serie escrita por Kevin Dooley mostraba a Scott intentando escapar en New York de su destino como Nuevo Dios; sólo duró 7 números antes de que todos los títulos del Cuarto Mundo fuesen cancelados para lanzar 'El Cuarto Mundo de Jack Kirby' de John Byrne.

A la hora de crear al personaje, Kirby se inspiró en la carrera como escapista de Jim Steranko. Su relación con Big Barda estaba inspirada en la que Kirby mantenía con su mujer, aunque desde un punto de vista irónico.

La última aparición de Scott Free fue en la miniserie de Jim Starlin, 'Death of the New Gods' (2007), en la que Big Barda era asesinada.


Versiones alternativas:
En 'Liga de la Justicia: Otro Clavo' de Alan Davis, Scott Free realizaba su truco definitivo, al descargar su consciencia en la armadura de Big Barda, mientras era torturado hasta la muerte por Darkseid.



Una versión futura de Mister Miracle y Big Barda (junto a su hija), aparecía en la miniserie 'Kingdom Come'. Como artista del escape, Mister Miracle ayudaba a Superman a crear el Gulag, una prisión ultrasegura para meta-humanos.

En el 'Solo #7' de Mike Allred (2005), hay una mini historia de 2 páginas -con un dibujo fantástico- que tiene como protagonista a Mister Miracle.



En la miniserie dentro de continuidad 'Seven Soldiers: Mr. Miracle' (2005) a cargo de Grant Morrison, Pasqual Ferry y Freddie E. Williams II, era el protegido de Free, Shilo Norman, el que llevaba el uniforme del superhéroe.

viernes, 26 de diciembre de 2008

WHO IS SCORPIO? (Friday Night Fights: KA-POW!! Round 7)

En ‘Nick Fury, Agent of S.H.I.E.L.D’ I#1, de Jim Steranko, Scorpio se infiltraba en una base de S.H.I.E.L.D. y disparaba a quien él pensaba que era Nick Furia -que resultaba ser un Señuelo de Tamaño Natural- dejando una moneda con el signo de Scorpio como firma. Después, en el circuito de Monza, ganaba una carrera como el Conde Julio Scarlotti. Jake Furia había creado varias identidades para sí mismo, incluyendo al Conde Julio Scarlotti, campeón de carreras de coches.



Scorpio invadía más tarde una base de S.H.I.E.L.D. en el desierto de Nevada, disfrazado de técnico. Mientras Nick Furia estaba probando un "Sistema De Protección por Barrera de Fase Entrópica"(¿?.. más bien Sicotrópica...), Scorpio usaba un gas para dejar inconscientes al resto de agentes de la sala y lanzaba una bomba-H contra Furia. Furia conseguía escapar y se enfrentaba a Scorpio en la base, éste declaraba su intención de vengarse de Furia, que no tenía idea de quién se escondía detrás de la máscara.




Tras aturdir a Furia, Scorpio intentaba escapar en un avión, pero éste explotaba, matándolo (aparentemente).

Más 'KAPOW' en SpaceBooger.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

No me dejes nunca (i)

Hemingway, Ezra Pound, James Joyce, Scott Fitzgerald y su esposa Zelda, Gertrude Stein, la librería Shakespeare & Co... Jason los convierte en historietistas que malviven en el umbral de la pobreza en el París de principios del siglo XX. Hemingway está desolado por la situación de pobreza que sufre junto a su esposa y su hijo, Fitzgerald no habla francés y echa de menos América -aunque desprecia a los turistas americanos- y su esposa Zelda no le hace la vida más fácil. Un atraco parece la única solución para sacar a flote sus vidas...



martes, 23 de diciembre de 2008

lunes, 22 de diciembre de 2008

Alan Moore: ' Old Gangsters Never Die '

En 1983, Alan Moore y su banda, The Sinister Ducks, publicaron un single con la canción “Old Gangsters Never Die”. Dentro del single se podía encontrar una historieta de 8 páginas con arte de Lloyd Thatcher. Voz y letra de Mr. Moore.